Fourteenth Sunday in Ordinary Time [Cycle C] – July 2, 2022Isaiah 66:10-14c | Psalm 66 | Galatians 6:14-18 | Luke 10:1-12, 17-20 |
XIV Domingo Ordinario [Ciclo C] – 2 de julio, 2022Isaías 66:10-14c | Salmo 65 | Gálatas 6:14-18 | Lucas 10:1-12, 17-20 |
From Psalm 66: “Let all on earth worship and sing praise to you, sing praise to your name!” |
Del Salmo 65: “Que se postre ante ti la tierra entera y celebre con cánticos tu nombre.” |
Reflection by Br. Carlos Salas, OP: The use of the word “priorities” in the plural obscures the depth of its true meaning. One may go as far to say that it is self-contradictory, for it is impossible to have a list of multiple things that come both before and after each other. “Priority” demands that nothing else is set before it. St. Thomas Aquinas knew this well. Close to the time of his death, he had a vision of our Lord from the crucifix while praying in ecstasy. Our Blessed Lord said, “You have written well of me, Thomas; what would you like as your reward?” The saint’s reply was, “Non nisi te, Domine,” which can be translated as, “Nothing but you, Lord.” There was no list of “wishes” or things that he wanted. Instead, it was clear for St. Thomas what his priority was: God. It is in the first commandment, You shall not have other gods beside me (Exod 20:3). And, as a good son of St. Dominic, he only spoke of God or to God. But having the right priority in place is not only a result of his vocation as a religious friar. To have God as one’s life’s priority is about the best one can do, whether we are married, consecrated, single, or a priest. St. Thomas, for example, knew that not only do we come from God, but our whole lives are directed to God. Thus, if we make our priority anything other than God, we are not in the right path. At the same time, our Lord is aware that we fail by making anything else our priority. Most often, that’s ourselves, even if indirectly. Jesus was aware of this when he appointed the 72 disciples and sent them to 36 different towns. Upon their return, their joy was both righteous and also not quite in the right place. Their joy for freeing people from demonic possessions was, indeed, a good one! However, Jesus saw that their excitement was also something personal, do not rejoice because the spirits are subject to you, something that they had brought about because they were sent. For this reason, Jesus realigns them saying, rejoice because your names are written in heaven. It is a strong temptation to rejoice more because we have had a part in God’s plan than to rejoice in the final goal: eternal communion with God, heaven! As disciples of Christ, we can easily fall into the temptation of patting our back for reading flawlessly at liturgy, for defending the faith with a stranger peacefully, for consoling a friend who cannot feel God’s presence at that moment, and for many other reasons. Then, we call it a done deal. We’ve done our part! “Look at me, Lord, I have done well for you!” “Yes,” He will answer, “but remember that I AM your priority and nothing else comes before Me.” St. Paul says it best, May I never boast except in the cross of our Lord Jesus Christ. And as we rejoice, like the Prophet Isaiah tells us, because we can nurse from the wisdom and guidance of the Church prefigured in Jerusalem, we must continue to realign our prayer and action to always be directed to God. |
Reflexión por Fray Carlos Salas, OP: El uso de la palabra “prioridades” en el plural oscurece la profundidad de su verdadero significado. Incluso, uno puede decir que es autocontradictorio, ya que es imposible tener una liste de cosas múltiples que estén ambos, antes y después de sí mismas. La “prioridad” exige que no haya nada frente a ella. Santo Tomás de Aquino conocía esto bien. Tuvo una visión, ya acercándose su muerte, de nuestro Señor desde el crucifijo mientras oraba en éxtasis. Nuestro Bendito Señor dijo, “Has escrito bien de mí, Tomás; ¿qué quisieras como tu recompensa?” La respuesta del santo fue, “Non nisi te, Domine,” que se puede traducir como, “Nada, sino a ti, Señor.” No tenía una lista de “deseos” o cosas que quería. Al contrario, la prioridad de Santo Tomás era clara: Dios. En el primer mandamiento, No tendrás otros dioses fuera de mí (Exod 20:3). Y, como un buen hijo de Santo Domingo, solo hablaba con Dios o de Dios. Pero teniendo la prioridad correcta en su lugar no fue solamente un resultado de su vocación como un fraile religioso. Tener a Dios como nuestra prioridad en la vida es lo mejor que podemos hacer, sin importar si estamos casados, consagrados, solteros, o un sacerdote. Santo Tomás, por ejemplo, sabía que no solamente venimos de Dios, pero que nuestras vidas enteras están dirigidas a Dios. Entonces, si ponemos a cualquier otra cosa nuestra prioridad fuera de Dios, no estamos en el camino correcto. Al mismo tiempo, nuestro Señor es consciente que fallamos cuando ponemos a cualquier otra cosa como nuestra prioridad. Lo más común es ponernos a nosotros mismos, aunque sea indirectamente. Jesucristo era consiente de esto cuando designó a los 72 discípulos y los envió a 36 ciudades distintas. En su regreso, su alegría era al mismo tiempo justificada y no exactamente en el lugar correcto. Su alegría de haber liberado a personas de posesiones demoniacas fue, ciertamente, ¡muy buena! Sin embargo, Jesús vio que su emoción era algo más personal, no se alegren de que los demonios se les someten, algo que habían podido realizar porque habían sido enviados. Por esta razón, Jesús los realinea diciéndoles, alégrense más bien de que sus nombres están escritos en el cielo. Es una tentación fuerte alegrarnos más porque hemos tenido parte en el plan de Dios que alegrarnos en la meta final: ¡comunión eterna con Dios, el paraíso! Como discípulos de Jesucristo, podemos caer fácilmente en la tentación de darnos una palmadita en la espalda por haber leído sin errores en la liturgia, por haber defendido la fe con un desconocido de manera pacífica, por haber consolado a un amigo que no siente la presencia de Dios en aquel momento, y por muchas otras razones. Entonces, consideramos nuestra labor como terminada. ¡Hemos hecho nuestra parte! “¡Mírame, Señor, he hecho bien por ti!” “Sí,” Él responderá, “pero recuerda que YO SOY tu prioridad y nada más viene enfrente de Mí.” San Pablo lo dice mejor, No permita Dios que yo me gloríe en algo que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Y, al alegrarnos, como nos dice el Profeta Isaías, porque podemos alimentarnos de la sabiduría y dirección de la Iglesia, prefigurada en Jerusalén, debemos continuar realineando nuestra oración y acciones para que siempre estén dirigidas a Dios. |
Something to bring to prayer:
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Algo para traer a la oración:
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