Twentieth Sunday in Ordinary Time [Cycle C] – August 14, 2022Jeremiah 38:4-6, 8-10 | Psalm 40 | Hebrews 12:1-4 | Luke 12:49-53 |
XX Domingo Ordinario [Ciclo C] – 14 de agosto, 2022Jeremías 38:4-6, 8-10 | Salmo 39| Hebreos 12:1-4 | Lucas 12:49-53 |
From the letter to the Hebrews: Consider how he endured such opposition from sinners, in order that you may not grow weary and lose heart. |
De la carta a los Hebreos: Mediten, pues, en el ejemplo de aquel que quiso sufrir tanta oposición de parte de los pecadores, y no se cansen ni pierdan el ánimo. |
Reflection by Br. Carlos Salas, OP: The innocent is punished for good deeds. That is what our society—our fallen nature—wants us to believe. We are inclined to do what’s easy, which is often not right in God’s eyes. Then, stuck in the mud of sin, only those who are free from the mud can help us get unstuck. This is the metaphor that we can extrapolate from the prophet Jeremiah: he was fulfilling the task of a prophet by communicating the Lord’s message to the people, calling them to conversion and to a total trust to God. This, which is good in God’s eyes, is a sin before the eyes of men, and for this they punished him. Once they realized that the mud would bring him death, three men were needed to take him out. They had thrown Jeremiah to death for an evil he had not committed. This should remind us of our Lord Jesus Christ, who was nailed to the cross—just like Jeremiah was stuck in the mud—for other people’s sins. The stories diverge since Jesus did die, but Jeremiah was rescued; Jesus was delivered from the powers of death by the power of God, all while Jeremiah was rescued from falling into death momentarily, but not eternally by his own merits. That is why the apostle Paul reminds us that we have been saved not according to our works but according to his own design (2 Tim. 1:9), that we can only receive from Jesus Christ. Thus, everything we do must be in total confidence in God, seeking to always do what is right and not what is easy. But this will bring divisions. In a family of five, they will be divided three against two and two against three because we cannot fully comprehend the reason for doing good. Even in these difficulties we can pray with the words of the Psalms as an encouragement to walk on the path of faith. Asking not to fall into the mud of sin. And, if we fall, to entrust ourselves fully to God to save us, I have waited, waited for the Lord, and he stooped toward me. The Lord heard my cry. He drew me out of the pit of destruction, out of the mud of the swamp. May these words of encouragement also help us avoid sin in the future. Sin has its attraction, so the psalmist reminds us: do not envy those who do evil (Ps. 37:1). |
Reflexión por Fray Carlos Salas, OP: El inocente es castigado por sus buenas obras. Eso es lo que nuestra sociedad—nuestra naturaleza caída—quiere que creamos. Somos inclinados a hacer lo más fácil, que muchas veces no es lo correcto en los ojos de Dios. Luego, al estar atascados en el lodo del pecado, solamente los que son libres del lodo nos pueden ayudar a desatascarnos. Esta es la metáfora que podemos extrapolar del profeta Jeremías: él cumplía su labor de profeta al comunicar el mensaje del Señor al pueblo, llamándolos a la conversión y a la entrega total a su Dios. Esto que es bueno ante los ojos de Dios, es pecado ante los ojos de los hombres, y por eso lo castigaron. Al darse cuenta que esto le traería la muerte, se necesitó a treinta hombres para sacarlo. Arrojaron a Jeremías a la muerte por un mal que no había hecho. Esto nos recuerda a nuestro Señor Jesucristo, quien fue clavado a la cruz—así como estaba Jeremías atascado en el lodo—por pecados ajenos. Las historias se divergen ya que Jesús sí murió, cuando Jeremías fue rescatado; Jesús fue liberado de la fuerza de la muerte por el poder de Dios, mientras que Jeremías lo liberaron de caer en la muerte momentáneamente, mas no eternamente con sus propios méritos. Por eso nos recuerda el apóstol san Pablo que hemos sido salvados no por nuestras obras, sino por su propia determinación y por su gracia (2 Tim. 1:9), que solo podemos recibir de Jesucristo. Entonces, todo lo que hagamos deber ser en una confianza total en Dios, buscando siempre hacer lo correcto y no lo fácil. Pero esto nos llevará a divisiones. En una familia de cinco, estarán divididos tres contra dos y dos contra tres porque no podemos comprender completamente el motivo de hacer el bien. Aún, en esas dificultades podemos orar con las palabras de los Salmos como un aliento en nuestro caminar por la senda de la fe. Pidiendo no caer en el lodo del pecado. Y, si caemos, entregarnos completamente a Dios para que nos salve, Esperé en el Señor con gran confianza; él se inclinó hacia mí y escuchó mis plegarias. Del charco cenagoso y la fosa mortal me puso a salvo. Que estas palabras de aliento también nos ayuden a evitar el pecado en el futuro. El pecado tiene su atracción, por eso el salmista nos recuerda: ni envidies a los que hacen el mal (Sal. 37:1). |
Something to bring to prayer:
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Algo para traer a la oración:
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