Twenty-eighth Sunday in Ordinary Time [Cycle C] – October 9, 20222 Kings 5:14-17 | Psalm 98 | 2 Timothy 2:8-13 | Luke 17:11-19 |
XXVIII Domingo Ordinario [Ciclo C] – 9 de octubre, 20222 Reyes 5:14-17 | Salmo 97 | 2 Timoteo 2:8-13 | Lucas 17:11-19 |
From the second Book of Kings: Now I know that there is no God in all the earth, except in Israel. Please accept a gift from your servant. |
Del segundo Libro de los Reyes: Ahora sé que no hay más Dios que el de Israel. Te pido que aceptes estos regalos de parte de tu siervo. |
Reflection by Br. Carlos Salas, OP: The Dominican theologian Meister Eckhart said, “If the only prayer you said was thank you, that would be enough.” Gratitude is a value that was engrained in many of us from childhood. It is reminded to the youth, “What do we say?” And the youth replies, “Thanks.” We are taught to be grateful for the gifts we receive from others. At the same time, we know that we must give selflessly. Then we are found with a dilemma. On one end, we must be generous, to give until it hurts, and expect nothing in exchange. On the other end, when we receive a gift, we must be grateful. This is how St. Thomas Aquinas wrote about this: “the natural order requires that he who has received a favor should, by repaying the favor, turn to his benefactor according to the mode of each” (ST II-II 106.3 respondeo). Otherwise, if a person is not moved to gratitude after receiving a gift, this person could be in serious issues of entitlement. Today’s sacred Scriptures offer us an additional perspective, God’s. This is because Jesus showed His compassion—a shared suffering—with the ten lepers. In this way He wanted to show them a disinterested love. Jesus, God, is the perfect benefactor because He alone is totally disinterested. Jesus asks the lepers to make an act of faith and they will be healed: Go show yourselves to the priests. Nothing else. This is all that God asks of us, that we cooperate with Him. As we already know, the ten lepers were healed, even the nine that did not return to thank their Master. At the same time, this doesn’t necessarily mean that they are ungrateful. St. Thomas, again, offers us an understanding that a legal debt must be repaid immediately. However, a moral debt (like that of the lepers), “should be repaid in due time according as the rectitude of virtue demands” (ST II-II 106.4 ad 1). That is, maybe the nine lepers had not yet realized of the great gift they had received. They possibly lived a privileged life and everything they receive it’s as if they deserved it. It is possible that they weren’t yet ready to offer gratitude. Regardless, God does not keep from offering graces and gifts in life. We have our whole life to thank Him; it is not late. For this reason we participate in the Holy Sacrifice of the Mass every Sunday, to give thanks to God for the great gift of the Eucharist—Thanksgiving. And if we don’t participate in the Eucharist, God doesn’t hold resentment and close the door. On the contrary, He is still there, waiting for us. St. Paul tells us, If we are unfaithful he remains faithful, for he cannot deny himself. The essential prayer is gratitude. From her are born all other prayers. “Thank you, Lord.” |
Reflexión por Fray Carlos Salas, OP: El teólogo dominico Meister Eckhart dijo, “Si la única oración que dijeras es ‘Gracias,’ eso sería suficiente.” La gratitud es un valor que fue inculcado en muchos de nosotros desde la niñez. Se le recuerda al niño o joven, “¿Cómo se dice?” Y el niño responde, “Gracias.” Se nos enseña a ser agradecidos por los regalos que recibimos de los demás. Al mismo tiempo, sabemos que debemos de dar desinteresadamente. Entonces nos encontramos con un dilema. Por un lado, debemos de ser generosos, dar hasta que duela, y sin esperar nada a cambio. Por el otro, cuando recibimos un regalo, un don, debemos ser agradecidos. Así lo escribió Santo Tomás de Aquino: “el mismo orden natural exige que quien recibe un beneficio se sienta movido a expresar su gratitud al bienhechor mediante la recompensa, según su propia condición y la de aquél” (ST II-II 106.3 respondeo). De no serlo así, que una persona se sienta movida al agradecimiento después de recibir un regalo, ésta puede tener serios problemas de sentirse privilegiado(a). Las sagradas Escrituras de hoy nos ofrecen una perspectiva adicional, la de Dios. Esto es porque Jesús mostró Su compasión—un sufrimiento compartido—con los diez leprosos. Y así quiso mostrarles un amor desinteresado. Jesús, Dios, es el benefactor perfecto porque solo Él es totalmente desinteresado. Jesús les pide a los leprosos que hagan un acto de fe y serán sanados: Vayan a presentarse a los sacerdotes. Nada más. Eso es todo lo que pide Dios, que cooperemos con Él. Como ya sabemos, los diez leprosos fueron curados, incluso los nueve que no regresaron a agradecerle al Maestro. Sin embargo, esto no significa que estos no son agradecidos. Santo Tomás, de nuevo, nos brinda un entendimiento que una deuda legal debe ser pagada inmediatamente. Sin embargo, una deuda moral (como la que recibieron los leprosos), “debe satisfacerse a su debido tiempo, tal como lo exige la recta razón de la virtud” (ST II-II 106.4 ad 1). Es decir, tal vez los nueve leprosos aun no se han dado cuenta del gran regalo que han recibido. Tal vez han vivido una vida llena de privilegios y todo lo que reciben es como si se lo merecieran. Es posible que ellos aún no estaban listos para agradecer. Aún así, Dios no deja de ofrecernos gracia y dones en la vida. Tenemos toda la vida para agradecerle; no es tarde. Por eso participamos en el Sagrado Sacrificio de la Misa cada domingo, para ofrecerle gracias a Dios por el gran don de la Eucaristía—Acción de Gracias. Y si no participamos en la Eucaristía, Dios no guarda rencor y nos cierra la puerta. Al contrario, Él está ahí, esperándonos. Ya nos lo dice San Pablo, si le somos infieles, él permanece fiel, porque no puede contradecirse a sí mismo. La oración esencial es gratitud. De ella nacen toda otra oración. “Gracias, Señor.” |
Something to bring to prayer:
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Algo para traer a la oración:
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